lunes, 6 de febrero de 2012

Angustia existencial

Una vez superado el lunes del año, comenzando el martes, y la adaptación al curso normal de actividad ofreciendo signos de continuidad, nos encontramos con las primeras experiencias negativas, propias o "ajenas" y generalizadas acerca de situaciones de incertidumbre: quiebra económica, despido laboral, problemas en el pago, demoras en el cobro, aumento de los casos de desahucio..., parece como si se fuera a terminar la vida tal y como la conocíamos cuando leemos, escuchamos o vemos eventos sociales de frustración que nos animan a eludir la realidad.

Los problemas propios, los ajenos, las previsiones económicas y laborales, etc. parecen que cobran una relevancia especial en estos días, y surge en cada uno de nosotros los síntomas de angustia como la respuesta proporcionada de nuestro cerebro a las cuestiones vitales descritas, a la ausencia de significación continuada de nuestra conducta (antigua) a los problemas presentes. Un estado de indefensión crónico y percibido como sin salida y que contagia una respuesta de pánico.

 Justo cuando estamos a punto de tocar fondo, de buscar eludir la situación de la manera más familiar, surge la creatividad, la adaptación por modificación de la escala de prioridades o necesidades y las soluciones que anteriormente no se nos hubieran ocurrido o no hubiéramos tenido el valor para iniciarlas. Nos queda, en adelante, el optimismo de ver ocasiones de superación donde antes observábamos el vacío.

El dolor por la pérdida del sentido vital se atenúa y resuelve generando otra significación cualitativamente mejor. Sólo la resistencia por un duelo crónico por la situación previa permite que se prolongue la parálisis. Una buena reflexión: ¿Qué tememos que nos ocurra? ¿Qué alcance tiene sobre cada uno este impacto emocional? Es conveniente racionalizar cada síntoma y observar la angustia existencial como una estrategia ancestral para el cambio, saber aprovechar su rendimiento y entenderla como una fase más de la metamorfosis :-)