martes, 10 de diciembre de 2013

Duelo y Significación

La muerte de un ser querido, se siente como pérdida de parte de uno mismo, como si con él se fuera una fracción de nuestro sentido vital, se vivencia como fragmento de la propia muerte. Estas vivencias son proporcionalmente mas intensas cuanto mayor es el vínculo con el/la fallecido/a.

Es, en muchos casos, el comienzo de una nueva etapa, en principio muy difícil. En el caso de la persona admirada, del cónyuge, o de la persona con la que se ha vivido mucho tiempo, produce el efecto de fraccionamiento vital, que es como una parte de la misma muerte.

Esta situación del individuo doliente requiere de una elaboración adecuada, preferiblemente supervisada, que lleva a término la reintegración y normalización cuando se alcanza una "resignificación" de la misma pérdida. Ejemplo reciente e inmediato en el fallecimiento de Nelson Mandela y cómo su biografía estimula la idea de "hace merecer la pena...".     

martes, 12 de noviembre de 2013

Personalidad y Salud

Es habitual en primera consulta clínica de psicología la referencia a problemas de salud física (de tipo digestivo, dolor de cabeza e insomnio entre las más frecuentes), y que el médico ha considerado de origen psicosomático como el motivo fundamental de valoración psicológica y psicoterapia. La ausencia de biomarcadores o indicios de enfermedad en las distintas pruebas diagnósticas utilizadas por el médico y la falta de respuesta deseable al tratamiento farmacológico prescrito lleva a considerar la presencia de factores psicológicos que intervengan en el origen y/o mantenimiento de dichas alteraciones digestivas, cardiovasculares o respiratorias.

En estos casos, y tras una primera valoración psicológica, es frecuente detectar crisis de angustia subclínicas (recurrentes y de intensidad o duración discreta que no alcanza a cumplir la visita al servicio de Urgencias del Hospital más próximo), abuso puntual y de curso insidioso de sustancias tóxicas, episodios de ansiedad de tipo obsesivo compulsivo que no impiden hacer vida normal, estados distímicos ajenos a reacciones desadaptativas (depresión leve) y/o irritabilidad descargada en el ámbito familiar-conyugal o contra uno mismo.
Sorprende aún más que un abordaje psicoterapéutico inmediato centrado en dicho episodio agudo, dirigido a la propia clínica observada, no ofrezca mayor satisfacción en el paciente que las consultas realizadas hasta ese momento.



Hasta que, una valoración más exhaustiva, centrada en el persona, que incluye un estudio de la Personalidad y hábitos cognitivo conductuales adquiridos durante la pubertad y adolescencia, detecta en la gran mayoría de estas ocasiones un estilo de respuesta Pasivo Ambivalente que revela una explicación para el malestar indicado:
  1. Baja Autoestima
  2. Necesidad de Aprobación
  3. Déficit Asertivo
  4. Inseguridad
  5. Insaciabilidad de Presencia
Un patrón de pensamientos y conductas arraigado desde el inicio de la edad adulta, sentido como realista en base a la repetición continuada de hábitos y/o sostenido por evitación de la confrontación (miedo) que nos hiciera obtener consecuencias en contra y una larga rumiación de sentimientos, emociones e ideas que finalmente llevan a justificar dicha conducta disfuncional, permiten el mantenimiento del Malestar. Esto es, la ausencia de una respuesta asertiva a un requerimiento personal o social y en sustitución una pretendida respuesta adaptativa, complaciente, amable y al gusto del interlocutor o grupo de referencia social. Seguramente, en el convencimiento de que esa respuesta será sostenida sin esfuerzo el resto de la vida, y en evitación del temor adquirido al rechazo de una respuesta autónoma y realmente sostenible.

La solución: tras su detección, la toma de conciencia de los hábitos de pensamiento y conducta implicados, bien indicados por el/la psicólogo/a, bien producto de nuestra propia reflexión. Tarea ésta relativamente sencilla.
Lo complicado, salirse de la zona de confort creada, superar el vértigo al cambio de conducta y asumir un nuevo rol, el auténtico. Muchas veces con escaso refuerzo por parte de las personas de nuestro entorno. A veces, un día especial, un cumpleaños, una noche vieja, una experiencia vital significativa, etc. nos posicionan frente al rol deseado. Si es asociado a contingencias positivas estaremos aumentando las posibilidades de sostener y hacer durar en el tiempo un estilo de respuesta social y de interacción satisfactorio, hasta hacerlo fluir y, con el tiempo, se convierta en una faceta personal autosostenible.

martes, 2 de abril de 2013

Excesos de Personalidad

En el ámbito de las relaciones humanas y la psicología diferencial "de andar por casa" ha resultado atrayente con frecuencia los estilos personales o rasgos de personalidad. El paso de las entidades de clasificación diagnóstica al lenguaje popular y la cultura ha inducido una diversificación y una definición de los individuos según su forma de relacionarse; por una parte los "normales" (sin rasgos aparentes) y por otra los que manifiestan un estilo constante de actitudes que atraen (bien por admiración bien por rechazo) y que entendemos como una manifestación social, ajena al malestar del individuo, que alcanza a ser innovadora o al menos modelo creativo para los "normales", en el que se proyectan.

En el ámbito clínico, aunque no se alcancen los criterios para un diagnóstico de trastorno de personalidad, resulta de interés para comprender las actitudes y motivaciones subyacentes del paciente, disponer de su "tarjeta de presentación" o de un contexto que facilite una mayor empatía. Permite entender la procedencia de determinadas percepciones y emociones, sobre todo si son estables y se producen en un amplio abanico de situaciones.

Es muy conocida la personalidad límite o su tendencia, por su característica actitud, sus elecciones o gustos, profesiones o, "brillos" dentro de sus facetas personales, sociales, etc. Este sería el caso de estilos personales populares en el mundo de la farándula que generan seguidores apasionados y que finalmente permitirían canalizar sus gustos y modos de manifestarse socialmente.

De un modo similar se conceptualizaría socialmente el estilo Pasivo Agresivo para canalizar conductas (proyectar) de resistencia pasiva frente a la autoridad cuando, uno está convencido de que, la oposición asertiva frente al grupo, o posición popular vigente, va a tener consecuencias negativas, va a provocar sentimientos de culpa, arrepentimientos o simplemente represalias personales en un futuro próximo. Esto es, un estilo tan amplio donde cabemos prácticamente todos en determinadas circunstancias, sobre todo laborales, que hace años se eliminó de los criterios diagnósticos por su elevada prevalencia y ser entendido como una alternativa personal disipadora de la confrontación violenta, es tratada socialmente como una personalidad en la que volvamos nuestras características más negativas.

El estilo Pasivo Agresivo o Negativista parece ser uno de los roles más incomprendidos e injustamente tratados a nivel social. Basta consultar en internet para comprobar como es definido y posicionado, muchas veces hasta en textos profesionales de origen socio sanitario, haciendo sospechar de una intención subyacente que hace nombrar al "miembro designado" (chivo expiatorio), generando más sensación de incomprensión en el paciente (si cabe) y la reflexión actual: Los pensamientos y conductas de cada estilo personal son universales, normales, son modificables con el tratamiento adecuado y requieren de la colaboración, en interacción con otras personas, de los pensamientos y conductas de su interlocutor, siendo por tanto responsabilidad de "ambos".