domingo, 18 de diciembre de 2011

Distorsiones estadísticas

¿El siguiente evento para evadirse? ¿El contenido de pensamiento recurrente favorito que nos aísle de nuestros particulares fantasmas?

El Sorteo de la Lotería de Navidad, claro. Sorprende como logra su campaña de sensibilización, desde hace años, hacernos creer a la gran mayoría de que vamos a resultar agraciados con el premio máximo. Cuando en realidad las probabilidades de que nuestro número resulte seleccionado son más que remotas, mantenemos una ilusión cuasi mágica, y muy cercana a la ideación obsesiva compulsiva de contenidos varios.

El inconveniente: la posibilidad de que resultemos alcanzados por el premio es muy inferior a ser alcanzados por una teja cuando salimos a la calle un día de viento. Ambas contingencias, ambas percepciones de futuro, la positiva y deseada como la negativa y "accidental", correlacionan. A medida que vayamos creyendo en una probabilidad tan remota como positiva, vamos aceptando la vulnerabilidad ante lo accidental o en la suerte (vs. autodeterminación).

La solución: el refuerzo del "locus de control interno". Esto es, la racionalización de las expectativas y la confianza en el logro de las mismas metas: en este caso el atesoramiento, con medios propios. Como el lema que exponía no sé qué Compañía Aérea en la entrada al aeropuerto: "el mayor riesgo (significativo) de sufrir un accidente por viajar en avión ha sido llegar hasta aquí".

Mucha suerte :-)


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